Filósofo
nacido en Burlington, Vermont, Estados Unidos el 20 de octubre de 1859.
Es llamado por muchos el “padre de la educación renovada”. Graduado en Artes en
la Universidad de Vermont en 1879; se doctoró en Filosofía en la Universidad de
John Hopkins en 1884.
Estudió los sistemas educativos de México; China,
Turquía, Japón y la Unión Soviética. Contrastó sus principios educativos en la
famosa escuela laboratorio de carácter experimental, denominada Escuela Dewey,
instituida en la Universidad de Chicago en 1896.
Se
dio como crítica a la Escuela Tradicional, y gracias a profundos cambios socio
– económicos y la aparición de nuevas ideas filosóficas y psicológicas, tales
como las corrientes empiristas, positivistas, pragmatistas, que se concretan en
las ciencias.
Esta concepción pedagógica, cuyo progenitor fue Dewey, centra el
interés en el niño y en el desarrollo de sus capacidades; lo reconoce como
sujeto activo de la enseñanza y, por lo tanto, el alumno posee el papel principal
en el aprendizaje.
El
otro elemento que identifica esta tendencia pedagógica es que la educación se
considera como un proceso social y para asegurar su propio desarrollo. La
escuela prepara para que el niño viva en su sociedad, y ella misma se concibe
como una comunidad en miniatura, en la que se “aprende haciendo”.
La pedagogía
de Dewey se considera:
Genética:
la educación como un desarrollo que va de dentro (poderes e instintos del niño)
hacia afuera.
Funcional:
desarrolla los procesos mentales teniendo en cuenta la significación biológica.
De
valor social: porque hay que preparar al individuo para ser útil a la sociedad.
Para
Dewey la educación es una constante reorganización o reconstrucción de la
experiencia a partir de esto su principal preocupación fue poder desarrollar
una educación que pudiera unir la tradicional separación entre la mente y el
cuerpo, entre la teoría y la practica o entre el pensamiento y la acción, ya
que él pensaba que al hacer esta separación, llamada “natural” la educación,
para él tendía a ser académica y aburrida, alejada de los intereses reales de
la vida: “Cada vez tengo más presente en mi mente la imagen de una escuela; una
escuela cuyo centro y origen sea algún tipo de actividad verdaderamente constructiva,
en la que la labor se desarrolle siempre en dos direcciones: por una parte, la
dimensión social de esta actividad constructiva, y por otra, el contacto con la
naturaleza que le proporciona su materia prima”.
Para
este mejoramiento de la educación pensaba el autor que esta no se podía lograr
con una mejor educación de los maestros, sino con una mejor educación de los
padres y los funcionarios escolares ya que para él, ellos son la última palabra
y el carácter de esa palabra dependía solamente de la educación que ellos
hubieran recibido: “Una persona que recibiera educación será una que la
entregue”.
Afirmaba
también que los niños no llegaban a la escuela como limpias pizarras pasivas en
las que los maestros pudieran escribir las lecciones. “Cuando el niño llega al
aula ya es intensamente activo y el cometido de la educación consiste en tomar
a su cargo esta actividad y orientarla”.
Por
lo tanto, su método educativo se basa en que el alumno tenga experiencias
directas, que se le plantee un problema auténtico, que estimule su pensamiento,
que posea información y haga observaciones; que las soluciones se le ocurran al
alumno y que tenga oportunidades para comprobar sus ideas.
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